Los habitantes de esta parroquia, trabajadores del campo y amas de casa, denunciaron la fuerte represión a la que estuvieron sometidos por parte de los funcionarios de la Guardia Nacional y la Policía Nacional Bolivariana, obligándolos incluso a resguardarse lejos de sus casas para evitar ser víctimas de los gases lacrimógenos, perdigones y piedras que lanzaban a los manifestantes.
“Tuvimos que correr por la parte de atrás de la casa con los niños y llegar a la orilla del rio para poder evitar que nos alcanzaran las piedras que dañaron el techo de la casa, y de los gases que nos estaban asfixiando”, comentó un habitante de la zona quien prefiere resguardar su identidad.
Durante todo el fin de semana la comunidad estuvo bajo una tensa calma, pues los habitantes no quedaron conformes con la propuesta realizada por el gobernador, quien llamó a realizar mesas de trabajo para buscar solución a la falta de alimentos y medicamentos en la comunidad, reflejo de la realidad nacional.