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Mons. Baltazar Enrique Porras Cardozo/La Crónica

ABRIR LA PUERTA


El Papa Francisco ha dado inicio el 8 de diciembre al año jubilar de la misericordia, abriendo “la puerta santa”. Un gesto, un símbolo, sencillo, al parecer intrascendente pero con una gran fuerza interpelante. Es una tradición europea que se remonta a finales de la edad media y está unida a la peregrinación que culmina entrando en un templo escogido para ello. Atravesar una puerta es indicio de que está abierta, no hace falta tocar ni pedir permiso. Es señal de que la misericordia de Dios es mayor que la nuestra ya que nos recibe sin pedirnos “credenciales”. Sólo hace falta “querer pasar”. En el tiempo han sido famosas las puertas santas de los jubileos romanos, atravesando el umbral de cualquiera de las cuatro basílicas mayores (San Pedro, San Juan de Letrán, Santa María la Mayor y San Pablo Extramuros), o la de Santiago de Compostela en los años santos que caen cada vez que el 25 de julio es domingo.

Esta tradición no pasó a América. Por vez primera, y gracias a un Papa de nuestra tierra, lo extiende a nuestros dominios: para el tercer domingo de adviento, 13 de diciembre, “establezco que en cada iglesia particular, en la Catedral que es la Iglesia Madre para todos los fieles, o en la Concatedral o en una iglesia de significado especial se abra todo el Año Santo una idéntica “puerta de la misericordia”. A juicio del Ordinario, ella podrá ser abierta también en los Santuarios, meta de tantos peregrinos que en estos lugares santos con frecuencia son tocados en el corazón por la gracia y encuentran el camino de la conversión”.

El Papa Francisco ha escogido el 8 de diciembre para dar inicio al año santo porque es el 50 aniversario de la conclusión del Concilio Vaticano II y es necesario mantener vivo este evento pues entonces se inició un nuevo período de la historia de la Iglesia al derrumbar las murales que por mucho tiempo habían recluido la Iglesia en una ciudadela privilegiada y urgía anunciar el evangelio de un modo nuevo. Además, la ha llamado “puerta de la misericordia” porque la violencia se ha enseñoreado del mundo, privilegiando la guerra, el odio, el rencor, la exclusión sobre el perdón, el diálogo y la paz.

A Venezuela le viene como anillo al dedo “celebrar” el año santo de la misericordia y atravesar la puerta santa. Nuestra sociedad está harta de tanta diatriba y recriminación. El retroceso económico, social, político y ético que vivimos es producto de la intransigencia, de la imposición de ideologías mesiánicas como único camino. “Abramos los ojos para mirar las miserias del mundo, las heridas de tantos hermanos privados de la dignidad y sintámonos provocados a escuchar su grito de auxilio”. Adviento, Navidad y Año Santo de la Misericordia es una buena ocasión para el reencuentro de los venezolanos en la construcción de una patria común. Tarea ineludible y llena de esperanzas. ¡Feliz Navidad!

51.- 13-12-15 (2923)

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