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Mons. Baltazar Enrique Porras Cardozo/La Crónica

LAS LECCIONES DEL 6D


El soberano también da lecciones. La dirigencia política suele tener la percepción de que el pueblo es fácilmente manipulable. La crónica tradición populista y clientelar unida ahora al manejo indiscriminado de los medios se muestra como un talismán para dominar a las masas. Pero todo tiene su límite y la gente reclama más seriedad en la dirigencia, solución a sus problemas más sentidos, libertad para disentir y actuar y respeto a su dignidad. Dios quiera y el resultado de las elecciones del 6D sea leído por unos y otros desde una perspectiva constructiva e inclusiva: todos queremos vivir en paz, sin tanta diatriba inútil y paralizante, y con esperanzas de un futuro mejor que sólo se construye con los consensos producto de la participación de todos. En medio de la profunda crisis que vivimos es un reto y un termómetro para la clase política pero también para todas las instituciones y para los ciudadanos de a pie.

La confrontación no da buenos frutos, conduce al hastío y a la parálisis. El resultado no puede ser peor: se retrocede en lugar de avanzar en todos los campos. Las primeras reacciones del oficialismo pudieran explicarse bajo la óptica de mantener unidos a sus “leales”. Pero no se debe olvidar que el compromiso es con todos y no sólo con los incondicionales. Al fin y al cabo, el trabajar sólo “para los míos” es lo que nos ha llevado donde estamos. Pero igualmente, la dirigencia opositora no puede empalagarse con este triunfo. Querer reivindicar que el resultado es producto del trabajo de su “grupo o partido” es una falacia. La unidad fue el factor aglutinante: “todos a una, Fuenteovejuna”. Esto es importante a la hora de escoger la nueva dirigencia de la Asamblea Nacional. Cuidado con usar el subterfugio de quien es mejor. En política la oportunidad y el acierto están en saber poner en su lugar a quien corresponda, sin valoraciones éticas erradas. Un tercer peligro es querer “cobrar” cuentas pendientes: La liberación de los presos políticos, un nuevo CNE o TSJ. Las prioridades están, deben estar, en las necesidades reales del pueblo que fue lo que lo llevó a votar de la manera que lo hizo.

Todas las predicciones en el campo económico y en el social indican que el año 2016 será peor, con fuertes acentos recesivos, que requieren ser asumidos integralmente si se quiere superar ese bache. Enfrascarse en diatribas meramente políticas no traerá bienestar a la población sino una mayor frustración. Se pone en juego también la condición ética de los nuevos diputados. Hay que amarrar los demonios del orgullo vano, olvidarse que fueron elegidos por un circuito concreto al cual se deben, dejarse seducir por prebendas injustas y saltar la talanquera pone en el candelero si se acertó en la elección de gente dispuesta a darlo todo por el bien común o si estamos ante los mismos de siempre, los que convierten la profesión de político en un trampolín para medrar en beneficio propio.

Estamos en adviento camino a la navidad, también en el llamado del Papa Francisco para el jubileo de la misericordia: sin perdón, sin abandonar rencores y odios no hay paz. Si el diálogo penoso pero necesario no aparece el bienestar que soñamos se vuelve ilusión vana. La fe nos invita a ver en el rostro de Jesús el sendero de la esperanza para que podamos desearnos de verdad “feliz año nuevo”.

50.- 9-12-15 (3393)

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