A pocos días del 6D los venezolanos tenemos un compromiso con la historia. Participar activamente en el proceso electoral es abrir la puerta a la superación del marasmo y retroceso democrático en que estamos sumidos. Todos queremos la paz, pero sólo se consigue con la verdad, la trasparencia, la superación del ventajismo y la manipulación que nos sume en la desigualdad que sólo favorece a los del régimen. Activar la división de los poderes públicos para que exista una contraloría que evite la corrupción y el abuso, junto a la urgente necesidad de tomar en cuenta al otro, al que piensa distinto es un imperativo del libre pensamiento y del respeto a los demás. Es un camino arduo, lento pero urgente para recuperar la credibilidad en una democracia auténtica.
Hay que acudir a votar y a cuidar de la manera más firme y pacífica el proceso ante el abuso del poder y la siembra del miedo y la mentira. No nos dejemos robar la esperanza y la libertad.
A lo largo de la historia hemos sido capaces de superar situaciones difíciles con entusiasmo y alegría en nuestras capacidades. No somos marionetas ni soldados que cumplimos órdenes, ni dóciles agradecidos por los beneficios que hayamos podido recibir, pues es obligación de cualquier gobierno de atender nuestras necesidades.
No somos un pueblo cobarde. La fortaleza es la que cada día logra que superemos las adversidades. Los vicios del proceso electoral en lugar de amilanarnos nos debe mover a estará vigilantes y atentos, apoyando toda buena iniciativa y no dejando que las arbitrariedades del poder nos aplasten.
En estos últimos días no seamos espectadores ni ingenuos seguidores de mensajes falsos y de promesas vanas. A la hora de votar, que sea tu conciencia y el bien común el que guíe tu decisión y no la presión que pretendan ejercer quienes nos quieren mantener como corderos sumisos cuando son lobos que quieren devorarnos.
Hago nuestra la oración de Mons. Ovidio Pérez Morales: Quienes creemos en Dios invoquemos su amorosa y fuerte asistencia, a fin de que los venezolanos nos reencontremos para construir juntos esta patria, que nos ha regalado. Él nos hizo libres y nos ha planteado la historia como tarea, pero no es menos cierto lo que dice el salmo 127: “Si el Señor no construye la casa, en vano se afanan los constructores; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigila la guardia”. Misteriosa paradoja: pidamos lo que debemos hacer. A la oración individual -a la cual hemos de unir el ayuno y obras de misericordia juntemos la comunitaria, también en expresiones ecuménicas e interreligiosas. Que el Señor y la Virgen María bendigan a Venezuela.
49.- 24-11-15 (2692)