En México, la pobreza y el desempleo obligan a 50 mil campesinos a cultivar amapola en la Sierra de Guerrero desde muy temprana edad
Héctor Velázquez - Mejía / Mayo, 11 - 2016
En México los cultivos de amapola complican seriamente el problema del narcotráfico con Estados Unidos. En la Sierra de Guerrero, por ejemplo, hay unos 50 mil campesinos dedicados a la siembra de la planta. Según las autoridades se trata de una crisis de criminalidad; pero para los agricultores en una zona donde el empleo y la ayuda gubernamental no llegan, los delincuentes y los extorsionistas son los que mandan mientras los campesinos tratan de sobrevivir.
Ismael Antúnez es un campesino de la Sierra de Guerrero. La condición de pobreza tan extrema en la que vive lo obligó a dedicarse a la siembra de amapola sabiendo que la flor de esa planta la usan para fabricar metanfetamina, heroína y morfina. “Lo sabe el gobierno, lo sabe todo el mundo: aquí la gente se dedica a la siembra de amapola”, afirma Antúnez.
A los campesinos de la zona les gustaría cultivar otra planta que les diera a cambio dinero legal. Pero ante la falta de oportunidades y lo que consideran una paga miserable por otras cosechas, se ven obligados a sembrar amapola desde que son apenas unos niños. “¿Dónde mandan los niños a trabajar?”, pregunta Ismael Antúnez. Y él mismo responde “A la amapola”. “Y ya por eso no estudian tampoco porque no hay otra forma de trabajo para ellos”, agrega Antúnez.
El kilo de amapola lo venden en un poco más de 700 dólares y se tardan cuatro meses en cosecharlo, mientras que la caja de durazno cuesta alrededor de 22 dólares y nadie la compra.
Euzaquio Arzate, otro campesino de Guerrero, asegura que quienes trabajan la tierra no tienen nada que ver con el narcotráfico, de modo que no son delincuentes porque ellos solamente la cultivan. Aun así, añade Euzaquio Arzate, el crimen organizado los amenaza, los secuestra y los extorsiona, por lo que se han visto obligados a armarse. “Nuestra comunidad es un pueblo fantasma a causa de la delincuencia organizada”, señala Arzate.
En la Sierra de Guerrero, hay más de 50 mil campesinos sembrando amapola en aproximadamente mil doscientas ochenta comunidades. En opinión de Froilán Enciso, experto en temas de narcotráfico, el problema es “que los pueblos productores siempre han sido el eslabón más débil. Les han quedado mal en el Gobierno porque no han llevado ningún programa de desarrollo que sirva; y les han quedado mal los narcotraficantes mismos”.
Según estadísticas de la DEA, la agencia antinarcóticos de Estados Unidos, en México se fabrica el 42% de la heroína que circula en Estados Unidos y el estado mexicano de Guerrero es el principal productor. El gobernador de Guerrero, Héctor Astudillo, propone legalizar el uso de la amapola para fines medicinales, como ya se hizo con la marihuana. El mandatario regional mexicano sostiene que si se llega a concretar su propuesta ganaría Guerrero pues se terminaría con la disputa por la siembra que ha causado tanta violencia en el estado. Astudillo manifiesta estar dispuesto a buscar alternativas para que el estado no sea zona de lucha de drogas y asegura que su gobierno seguirá trabajando para la seguridad de sus ciudadanos. Sin embargo, los campesinos rechazan la iniciativa aduciendo que lo que haría es quitarles la única fuente de trabajo que tienen.