
Crisis de niños inmigrantes centroamericanos que tratan de ingresar a Estados Unidos reaparece y va en aumento
Héctor Velázquez - Mejía / Marzo, 2016
Hace dos años la crisis de los niños migrantes procedentes de Centroamérica obligó a Estados Unidos a prestar atención al problema de los centroamericanos que entran por la frontera con México. Y aunque el gobierno federal ha invertido millones de dólares para ayudar a los países centroamericanos, las causas que provocaron la inmigración no han cambiado y el temor a que se repita va en aumento.
Violencia y pobreza son el pan de cada día en El Salvador, Honduras y Guatemala. Jorge Mario Cabrera es vocero de la Coalición en pro de los derechos humanos de los inmigrantes de Los Ángeles (CHIRLA por sus siglas en inglés). Según Cabrera, la violencia que afecta a la juventud, especialmente en los tres países mencionados, está obligando a muchas madres de familia a huir con sus niños. Cabrera pide que en lugar de catalogar a todos los indocumentados como delincuentes, se estudie cada caso para determinar quienes califican como refugiados. “Cada inmigrante que viene es una oportunidad para Estados Unidos de crecer como nación”, afirma Cabrera.
Manuel, un inmigrante guatemalteco, huyó de su país cuando las famosas pandillas “Mara”, que se originaron en El Salvador, convirtieron su vida en un infierno. El inmigrante centroamericano asegura que manejó autobuses, extorsionado por las pandillas que le obligaban a pagar la renta, como le dicen los pandilleros, bajo la amenaza de que si no lo hacía pagaría con su vida. Desesperados, Manuel y su esposa se aventuraron a viajar a Estados Unidos, dejando atrás a sus tres hijos. “Optamos por nosotros primero, pidiéndole a Dios que de alguna forma nos permitiera reunirnos de nuevo”, recuerda el inmigrante.
Alex, uno de los hijos de Manuel y su esposa, cansado de la presión de las pandillas, se arriesgó a viajar al norte; y en el recorrido lo presionaron para que hiciera cosas indebidas como manipulación y consumo de drogas. Luego de cinco meses de difícil travesía, Alex llamó a sus padres desde un centro de detención para que fueran a recogerlo. “Sabíamos que al recibirlo a él acá el riesgo lo íbamos a correr; pero no teníamos alternativa”, indica Manuel. El riesgo que menciona es la deportación; y ahora espera que las autoridades de inmigración de Estados Unidos le permitan quedarse en el país como refugiado. Manuel dice tener pruebas de que familiares suyos han muerto en Centroamérica como resultado de la violencia de las pandillas. “No deseamos que en Centroamérica, o México o cualquier lugar, pasen por lo que nosotros estamos pasando”, señala.
Manuel y su esposa tienen un hijo nacido en Estados Unidos y esperan que eso los ayude a quedarse en suelo estadounidense.
Un indocumentado ganador del premio gordo de la lotería en California se siente afortunado en el juego pero desafortunado en el amor
Héctor Velázquez - Mejía / Marzo, 2016
En Estados Unidos un boleto ganador de más de seiscientos treinta y ocho mil dólares en la lotería llamada “Power Ball”, enfrenta en California a un inmigrante indocumentado y a su novia, ciudadana estadounidense. De más está decir que ganar miles de dólares en la lotería cambia la vida de cualquier persona. Pero Juan quizás no se imaginaba de qué manera. Ganó seiscientos treinta y ocho mil ciento cuarenta y seis dólares el 13 de enero pasado cuando el “Power Ball” acumuló mil quinientos millones de dólares. Sabiendo que había ganado el premio gordo, Juan se puso nervioso y no pudo dormir toda la noche temiendo que por su condición de indocumentado al reclamar el premio lo deportarían. Su novia, una ciudadana de Estados Unidos, le propuso cobrar el dinero diciéndole que se venía a vivir con él para eliminar cualquier tipo de desconfianza mientras cobraba el premio.
El hombre aceptó y convino en que se redactara una carta con la firma de un notario público ante cualquier situación que llegara a presentarse. La carta estaba lista y firmada por un notario público. Todo parecía ir bien. La mujer firmó el billete y fue a reclamar el premio pero asegurando que era la auténtica ganadora, por lo cual quería quedarse con todo el dinero. Sin embargo, Juan cuenta con lo que se cree es una prueba contundente a su favor. Se trata de un video que muestra el momento en que compró el billete de lotería en la tienda de una gasolinera de la localidad de Tustin, cerca de Los Ángeles. Juan dice tener otra prueba y es que escogió los números ganadores en base a fechas importantes para él, como el mes en que nació, la edad que tiene y el año en que se mudó a Estados Unidos. El caso está bajo investigación y mientras se resuelve, el dinero se encuentra congelado. Juan cuenta con sus pruebas y el hecho de que su condición de indocumentado no le impide cobrar este premio de lotería, asegura Noemí Ramírez, abogada especialista en inmigración. Por lo pronto a Juan le cabe el dicho, “afortunado en el juego, desafortunado en el amor”.