La Crónica
Con Héctor Velázquez Mejía desde Nueva York
Cosas del cerebro: los buenos amigos son la mejor medicina
Héctor Velázquez - Mejía / Junio, 23 - 2016
Todos ustedes ya saben de memoria cuál es la fórmula magistral que la ciencia ofrece para mantenerse sanos como una lechuga: hay que hacer ejercicio físico, no fumar y alimentarse sobre todo a base de frutas y verduras. Si además practican yoga o cualquier otro hábito que obligue a meditar unos minutos cada día van a estar en la lista de los elegidos para llegar en forma a los noventa años de edad.
Hay que admitir que cuesta adoptar hábitos saludables. Por eso, los científicos ofrecen de vez en cuando algún respiro a quienes se mueren por el chorizo y la morcilla; y solo corren cuando los persiguen.
Una de las formas más agradables y baratas de prevenir enfermedades es tener amigos. El cerebro humano está diseñado para la amistad. A lo largo de millones de años han sobrevivido o vivido más aquellos que han sabido adaptarse a estar en grupos. Si quieres y te quieren serás más capaz de afrontar cualquier adversidad. Tenemos unas neuronas, las denominadas “neuronas de espejo”, que están especializadas en copiar a los demás. Los buenos imitadores son capaces de imaginar y hasta experimentar en primera persona cómo se sienten los otros; y desarrollar la empatía es el primer mandamiento para hacer buenos amigos.
James Cohan, profesor de psicología de la Universidad de Virginia, en Estados Unidos, probó mediante escáneres cerebrales que el cerebro interpreta como propias las amenazas o los placeres que les ocurren a nuestros amigos del alma. Cohan explica que las personas que están cerca de nosotros modelan literalmente nuestro cerebro. Los experimentos de Cohan prueban que la amistad reduce el riesgo de demencia y aumenta la resistencia cerebral ante las situaciones de peligro.
La doctora Candyce Kroenke, profesora de la Universidad de California en Estados Unidos, lideró un estudio en el cual hizo un seguimiento durante una década a casi tres mil ciento treinta y nueve mujeres que padecían cáncer de mama. Descubrió que aquellas que recibían más amor, las que tenían más amigos y familiares que las mimaban, tenían cuatro veces más probabilidades de superar la enfermedad.
[Lo curioso es que el efecto curativo de la amistad y el amor solo funcionaba para aquellas mujeres que ya disfrutaban de ese cariño desde antes del diagnóstico de la enfermedad. En las que hacían nuevos amigos cuando ya estaban enfermas de cáncer, el poder de la amistad no era tan potente. Según la doctora Kroenke, su experimento demuestra que los amigos de la infancia, los que llevan toda la vida cerca de nosotros, son los que de verdad curan].
Cada año cerca de 230.000 mujeres son diagnosticadas con cáncer de mama invasivo en los Estados Unidos; y ya a partir de 2012 había alrededor de tres millones de sobrevivientes de cáncer de mama. El hecho de que más mujeres se están curando de cáncer de mama aumenta la importancia de la calidad de vida después del diagnóstico, explicó Kroenke].
Los resultados de este estudio y de estudios adicionales basados en la División de Investigación llamada LACE (Life After Cancer Epidemiology) están proporcionando información para guiar a las mujeres a medida que toman decisiones siguiendo un diagnóstico de cáncer de mama. Entre estas conclusiones encontramos que el consumo de productos lácteos de alto contenido en grasa aumenta el riesgo de mortalidad; el consumo de soja reduce el riesgo de recurrencia del cáncer de mama, la calidad de vida después del diagnóstico influye en los resultados, y la actividad física es beneficiosa.