La Crónica
Con Héctor Velázquez Mejía desde Nueva York
Cosas del cerebro: la soledad acorta la vida
Héctor Velázquez - Mejía / Junio, 15 - 2016
Se calcula que una de cada cinco personas se siente sola: no tiene con quién conversar de sus cuestiones personales, compartir un paseo, o a quién darle un beso. Lo peor es que la cifra está aumentando. La sociedad moderna favorece el aislamiento y cada vez más establecemos relaciones puramente virtuales, fríos lazos de Internet, carentes de las emociones reales que necesitamos como seres humanos. [Nuestra especie es social, necesita estar en grupo para sobrevivir y el aislamiento puede causar graves enfermedades, e incluso la muerte.]
John Cacciopo, Doctor en Psicología por la Universidad de Ohio y Director del Centro de Neurología Cognitiva y Social de la Universidad de Chicago, en los Estados Unidos de América, lleva décadas estudiando los efectos dañinos que tiene la soledad para nuestra salud. Asegura que no sólo depende de las circunstancias de la vida, sino que tiene una raíz genética, vinculada a la manera en la que el cerebro percibe la realidad. Según el doctor Cacciopo, la soledad, cuando no es voluntaria y se prolonga en el tiempo, puede llegar a convertirse en aislamiento, comprometiendo nuestro bienestar físico y emocional y convirtiéndose en cómplice del envejecimiento físico, al cual se agrega para formar un cóctel tóxico.
[Un reciente estudio coordinado por el doctor Cacioppo concluye que según se avanza en edad el daño que provoca la soledad va aumentando. De acuerdo con el estudio, las personas solitarias de edades más avanzadas “identificaban más fuentes de estrés crónico y recordaban más adversidades de la niñez. Además, diferían en la percepción de sus experiencias vivenciales. Aun cuando se enfrentaban con desafíos similares, las personas solitarias parecían más desvalidas y amenazadas. E irónicamente, eran menos propensas a la búsqueda activa de ayuda cuando se encontraban estresadas”.]
Si bien perder un ser querido o divorciarse son causas directas de soledad, también hay muchas personas que aun estando rodeadas de mucha gente se sienten solas. Las personas solitarias encuentran dificultades en establecer relaciones, [en aceptar y ser aceptados por los demás,] lo que termina por causarles ansiedad, y en ocasiones, depresión.
La carencia de apoyo afectivo tiene en el cerebro un efecto similar al que provoca el dolor físico. Se dispara el cortisol, la hormona del estrés que actúa como desencadenante de numerosas patologías, se acorta la esperanza de vida, se eleva el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, Alzheimer o cáncer. Las personas que se sienten solas tienen además alteradas sus funciones mentales, duermen mal, su memoria es peor y tienen más dificultades para tomar decisiones.
También se ha probado que corren más riesgo de caer en hábitos tóxicos, como el alcoholismo u otro tipo de adicciones.
Los científicos creían que esta dificultad para tener amigos, estaba relacionada con la amígdala cerebral, el órgano que gestiona las emociones en el cerebro. Pero Ryota Kanai, de la Universidad de Londres en el Reino Unido, reclutó a un centenar de personas que sufrían problemas de soledad y les pidió que se sometieran a un escáner cerebral. Lo que halló no fue lo que esperaba. La zona afectada del cerebro no era la emocional, sino el hemisferio izquierdo donde la materia gris era más pobre que en las personas sociables. Conclusión: la causa de la soledad es la falta de sustancia gris en el hemisferio izquierdo, la parte del cerebro responsable de la percepción social básica. Esta zona está asociada con el procesamiento de señales sociales y es “el paso inicial para entender a otras personas”, subrayan los especialistas británicos.
La soledad eso sí, puede combatirse. Se puede “resetear” el cerebro para cambiar la percepción que tenemos de los demás. Encontrar amigos requiere voluntad y esfuerzo; y muchas veces también, ayuda psicológica.