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La Crónica - Héctor Velázquez - Mejía
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Caja de curiosidades: 2016, un año bisiesto

Héctor Velázquez - Mejía / Febrero, 2016

 

2016 es un año todavía joven y quizás ustedes ya saben que este año tiene una particularidad con respecto a 2015: es un poquito más largo. Efectivamente, nuestros calendarios de 2016 contienen 366 días porque el actual mes de febrero posee 29, es decir, nos encontramos en un año bisiesto. No se trata obviamente de explicar el significado de la expresión pues es de todos conocida. Pero no lo es tanto su origen.

 

Cabe hacerse las siguientes preguntas: ¿De dónde viene el término bisiesto? ¿Se trata de dos sextos de algo? Como en muchas otras ocasiones, la solución está en el latín y en las costumbres de la Roma clásica. Hay que comenzar explicando someramente cómo funcionaba el calendario romano. Los romanos no contaban los días desde el 1 hasta el 28, 30, o 31, según el caso, sino que tomaban tres fechas referenciales dentro de cada mes: las calendas, las nonas y los idus. Las calendas, el primer día de cada mes, coincidían en sus orígenes con la luna nueva. [Posiblemente, alguno de nuestros oyentes haya escuchado alguna vez aquello de “dejar algo a calendas grecas”, algo así como para las “calendas griegas”, o “cuando la rana críe pelos”, con lo cual se quiere expresar que algo no se realizará nunca porque sencillamente en el calendario griego clásico no existían las calendas ni las ranas tienen pelo. Esas realidades dieron cabida a oraciones como “Nacho me va a pagar la deuda pa’ las calendas griegas” o “Juana se va a casar cuando las ranas críen pelos”.]

 

Pero eso de las calendas lo explicaremos otro día. Por ahora diremos que de ese término deriva nuestro actual calendario. Luego estaban las nonas que coincidían con el día 5 de cada mes, excepto mayo, julio y octubre en los cuales las nonas eran el 7. ¿Por qué se llamaban nonas? Porque había una distancia de 9 días entre las nonas y la siguiente referencia: los idus. Los idus eran el 13 de cada mes, excepto en marzo, mayo, julio y octubre, que eran el 15. A lo mejor si nos preguntamos cuándo fue asesinado Julio César, en los idus de marzo tendremos la fecha exacta. Pues bien, fue precisamente Julio César quien ordenó intercalar un día extra para compensar el desfase entre el calendario lunar y el efectivo. Este día extra se intercaló el sexto día antes de las calendas de marzo, o sea, el sexto día antes del uno de marzo, esto es, el 24 de febrero porque recordemos que las calendas eran el primer día de cada mes. Como ustedes pueden apreciar, el calendario juliano resulta un tanto complicado para nuestros esquemas actuales. Esta complicación se vino a simplificar en cierta medida, gracias a un Papa, Gregorio Trece, quien además de dar nombre a nuestro calendario actual, el Gregoriano, decidió que este sexto día antes de las calendas de marzo fuese no el 24 sino el último del mes de febrero, el 29. La expresión se mantuvo. Pero ya no guarda relación con su origen. Por cierto, aunque en el calendario juliano, marzo ya era el tercer mes del año, en el calendario romano, más antiguo, este mes iniciaba un nuevo año y estaba, al parecer, cargado de buenos augurios. Por eso es más intrigante aún la profecía que un adivino hizo a Julio César, “Guárdate de los Idus de marzo”, (“Beware the ides of march”) en palabras del genial Shakespeare. Esperemos, queridos oyentes que los idus de marzo les sean a ustedes más propicios que a Julio César y que disfruten todos y cada uno de los días que restan de nuestro bisiesto 2016.

Cápsula científica: ¿Qué es la superconductividad?

Héctor Velázquez - Mejía / Febrero - 2016

 

La superconductividad a temperatura ambiente es el Santo Grial de la tecnología electrónica. Para que tengan una idea de lo que estamos diciendo, por Santo Grial se entiende la copa que Jesucristo usó en la Última Cena. Ser superconductor es ser muy poco resistivo, es decir, conducir la electricidad sin perder energía, sin calentarse, ahorrando energía de las baterías. Un electrón que se mueve por un conductor eléctrico choca con sus átomos. Esos imprevistos desvían a los electrones de su camino y para reconducirlos a ese camino hay que gastar energía eléctrica. ¿Qué cambia en un superconductor para que no se pierda energía? En un superconductor, los electrones se unen en pares, los llamados “Pares de Cooper”. Cuando un par se encuentra con un defecto o un átomo oscilando, cada electrón del par ayuda al otro a continuar su camino sin dispersarse. Es más, los pares de Cooper tienden a viajar juntos unos con otros. De este modo se refuerza aún más la superconductividad. Generalmente, para que un material sea superconductor debe ser muy puro y estar muy frío, realmente frío, por debajo de los 200 grados bajo cero. Por eso, es un desafío descubrir materiales superconductores a temperatura ambiente.

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